La meditación trascendental en la escuela


La fundación David Lynch impulsa esta técnica en todo el mundo


La meditación trascendental avanza, imparable, por los colegios de todo el mundo. Cientos de miles de alumnos ya practican una técnica que, según sus defensores, aporta múltiples beneficios a los niños y adolescentes. Muchos lo hacen gracias al enigmático director de cine David Lynch, que ha creado una fundación con el objetivo de que los más desfavorecidos también puedan beneficiarse del enorme potencial educativo del mantra.


Por Rodrigo Santodomingo
www.maalladelaciencia.es


Tras siete años sin compartir escenario, Paul McCartney y Ringo Starr actuaron juntos el pasado abril de 2009 en Nueva York. Ambos olvidaron viejas rencillas y acudieron a la llamada del director David Lynch, que en los últimos tiempos compagina su cine críptico y turbador con una infatigable cruzada para conseguir que la meditación trascendental (MT) se abra paso en las escuelas.
Aquella noche, los dos ex Beatles estuvieron arropados por un variopinto elenco de artistas, desde el líder de Pearl Jam, Eddie Vedder, hasta el ascético ídolo de la electrónica mística, Moby. Todos, estrellas del firmamento musical y meditadores diarios u ocasionales. Hubo riffs de guitarra y apología de la paz interior; interpretaciones corales con aroma a catarsis espiritual, y tampoco faltaron evocaciones visuales de Maharishi Mahesh Yogi, el gurú hindú fallecido en 2008 tras media vida dedicada a promover en Occidente la sencilla técnica que hoy practican unos seis millones de personas.
El concierto benéfico recaudó tres millones de dólares (más de dos millones doscientos mil euros) para la Fundación David Lynch, organización sin ánimo de lucro que, desde 2005, financia programas de MT en colegios e institutos conflictivos de Estados Unidos y otros países, sobre todo aquellos en vías de desarrollo. Y lo más importante: otorgó enorme notoriedad a una iniciativa que aspira a aplacar los demonios de la educación actual por la vía del mantra, la respiración pausada y el silencio.









COLEGIOS MAHARISHI

Unos 150.000 alumnos ya han aprendido a meditar por cortesía de Lynch. Hay proyectos en los guetos de las grandes ciudades estadounidenses, en Bolivia, Perú, Ghana, Kenia, Vietnam... En el estado brasileño de Río de Janeiro, la fundación puso en marcha una experiencia con 7.000 estudiantes. Vistos sus resultados, las autoridades educativas pretenden ahora ampliar el programa a más de un millón de alumnos.
Aunque Lynch ha conseguido que el binomio escuela/meditación adquiera dimensiones inéditas, existen centros educativos en los que la práctica de la MT forma parte del horario lectivo desde hace décadas. Son los llamados colegios Maharishi, una suerte de red educativa global cuyos miembros mantienen estrechos vínculos de carácter informal. El más conocido se halla en la localidad de Fairfield (Iowa, EE.UU.), sede también de la Universidad Maharishi. Otros se reparten por países anglófonos (Reino Unido, Australia,. Sudáfrica), centroeuropeos (Holanda, Suiza, Dinamarca), Ecuador, Tailandia y, por supuesto, India.

También consta algún precedente en la introducción de la meditación trascendental como último recurso para invertir las perversas dinámicas de esos high schools a los que se accede tras pasar bajo el arco de un detector de metales. Eso hizo en 1994 George Rutherford, por aquel entonces director de instituto en una de las zonas más deprimidas de Washington, D.C. Con el orgullo característico del pionero, Rutherford explica en un vídeo que se encuentra colgado en la web Tm.org que "tras probar sin éxito todo tipo de soluciones dirigidas a disminuir la violencia y erradicar las drogas" en su centro, decidió dar una oportunidad a la MT, la cual "consiguió esto y mucho más".


GIRO PERCEPTIVO

Frente a los escépticos, el autor de filmes como Carretera perdida o Corazón salvaje no se cansa de repetir que -a diferencia de otras formas de meditación- la MT resulta tan eficaz como fácil de aprender para los niños de corta edad.
"Se asimila sin esfuerzo y de forma natural, casi automática", explica también Chris Busch, director de Desarrollo de la Fundación David Lynch. En cuestión de días, "los niños experimentan un brusco giro perceptivo en el que la mente se sumerge en sí misma, en un estado de conciencia expandida que nos conduce a zonas abonadas para la inteligencia y la creatividad puras".
En definitiva, una auténtica revolución holística: "En realidad -prosigue Buschhablamos de un efecto holístico. Es decir, nuestra intención no es enseñar la técnica para que mejoren las notas o el ambiente disciplinario, aunque es cierto que esto ocurre. Lo importante es que, cuando un alumno empieza a meditar; todo su cerebro se ve implicado, su fisiología está más relajada y su inteligencia más viva. El resto viene solo".
Las ventajas se revelan inmensas en los centros que padecen situaciones especialmente dramáticas. "El contraste -dice Busch- resulta enorme. Cuando solo hay oscuridad, un poco de luz marca la diferencia".





PARA TODAS LAS EDADES


Restful alermess significa en español algo así como "estado de alerta en reposo". ¿Contradicción de términos? Para Dereck Cassells, director del Maharishi School de Lancashire (Reino Unido), se trata más bien del secreto que permite que florezcan todas las bondades que aporta la MT desde una óptica puramente didáctica. "Es algo único. El individuo experimenta un profundo descanso, pero al mismo tiempo está muy alerta. Con la práctica, los chavales mantienen ese estado durante todo el día, no solo cuando meditan. Si aportas equilibrio al sistema nervioso del alumno, le estás facilitando la asimilación de conceptos matemáticos, lingüísticos o de cualquier otra disciplina".
Desde su apertura en 1986, los pupilos del Maharishi School meditan dos veces al día. Diez minutos al llegar por la mañana y otros diez por la tarde. Sin atrezzos atmosféricos ni posturas enrevesadas: en clase, sentados en sus sillas, con los ojos cerrados. Si albergan dudas, se plantean durante la reunión mensual que todos mantienen con un profesor de MT homologado.
Para los menores de 10 años, se ha ideado un formato especialmente adaptado a su nivel de maduración llamado "palabra de la sabiduría" (word of wisdom, en inglés). Inspirado en los fundamentos de la MT, permite sin embargo que los niños mantengan los ojos abiertos y caminen mientras meditan.
Así fueron los primeros pasos introspectivos de la hija de Jesús Martínez, que apenas superaba los cuatro años cuando su padre, un empresario valenciano, comenzó a trabajar corno director financiero en el Maharishi School. Llegó casi por casualidad, para aprender inglés ante todo, y se quedó ocho años. "Me fui enamorando de cómo se trabajaba allí. Hablamos de un centro muy especial", asegura.
Martínez, que regresó a España hace casi 10 años, recuerda con poco disimulada nostalgia el ambiente del pequeño centro (85 alumnos) situado en plena campiña inglesa: "Nada de algarabías ni follones, eso no existía. No porque hubiera una disciplina férrea; de hecho, era bastante laxa. Espontáneamente, los nidos respondían de una forma distinta. Era como si todos nadásemos a favor de la corriente. Todo era simple, todo fluía. La gente se ayudaba, tú ayudabas a los demás...".


EXPANDIR LA MENTE
El Maharishi School simboliza los cambios sociales que han permitido que un número-creciente de padres deje de ver en la meditación trascendental otra extravagancia típica de la new age, y se muestren abiertos a darle una oportunidad a esta técnica como aséptica herramienta de apoyo formativo. "La gente entiende mucho mejor ahora sus profundos beneficios que hace 25 años", señala Cassells. Una evolución que se refleja en el origen del alumnado: "Al principio, casi todos los padres eran meditadores, pero en los últimos años la mayoría de los alumnos proviene de familias que no saben nada sobre la MT hasta que llegan aquí a informarse. Tenemos familias cristianas, musulmanas, judías, ateas... Esto demuestra que nuestra escuela ofrece lo que las familias demandan y no pueden encontrar en otros sitios".
Más allá de la práctica diaria de la meditación, los promotores de la MT en las aulas afirman ofrecer una "educación basada en la conciencia" que cubre todos los aspectos de la vida escolar. Se trata de un enfoque en las antípodas de ese tipo de enseñanza -tan habitual en nuestros días- que concibe el paso por clase como una mera antesala de la vida laboral.
"La idea de que la educación aspire simplemente a llenar el contenedor de la mente con hechos e información adolece de un exceso de pragmatismo'", sostiene Busch. "Nosotros pensamos que hay que expandir ese contenedor a través de la conciencia, de manera que el conocimiento cobre toda su relevancia y el alumno se sienta más conectado con lo aprendido".


RESISTENCIA ESPAÑOLA
El director de la Asociación Educación Basada en la Conciencia (AEBC) en España, Alejandro Sanz, ha organizado numerosas charlas informativas y ha visitado más de 100 colegios públicos, privados y concertados, en Madrid y otras ciudades, ofertando programas de meditación trascendental. Incluso ha logrado que varios profesores y algún directivo aprendan la técnica y promuevan la implantación del programa en sus centros.
Por el momento, Sanz se ha dado de bruces con la rigidez del sistema educativo español y la poca autonomía que concede a los centros financiados con dinero público, los cuales escolarizan al 93% del alumnado. "He visto verdadero pavor a salirse de la norma", explica. "En ocasiones hemos estado muy cerca de conseguir que algún centro se suba al carro, pero las autoridades educativas siempre han denegado el permiso correspondiente".
El director de la AEBC también apunta razones más profundas que explican la resistencia de nuestra enseñanza a la hora de emprender nuevas iniciativas. "Aquí hay un cuerpo de creencias sociales al que la gente se agarra para esconder que, en realidad, pocos se atreven a ser uno mismo".
Aún así, Sanz se muestra optimista y opina que "la situación es cada vez más proclive" a que, por fin, un colegio español abra sus puertas a una técnica que, en el peor de los casos, solo puede resultar inocua.

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