VIVIREMOS ETERNAMENTE

 https://youtu.be/ZiEKvtI7ox4


VIVIREMOS ETERNAMENTE


UNA NUEVA EMPRESA ESTADOUNIDENSE. FINANCIADA POR MULTIMILLONARIOS Y CON UN EQUIPO DE CIENTÍFICOS DE PRIMERA LÍNEA SE PROPONE DESENTRAÑAR LOS SECRETOS

DEL ENVEJECIMIENTO PARA AUMENTAR DE FORMA DRÁSTICA NUESTRA ESPERANZA DE VIDA Y, QUIZA EN UN FUTURO CERCANO, DAR CON LA CLAVE QUE NOS PERMITA ALCANZAR ALGUNA FORMA DE INMORTALIDAD.


Sonaría a película de ciencia-ficción

si no fuera porque la información

procede de una revista tan pres-

tigiosa como la MIT Technology

Review. En sus páginas, hace solo unas

semanas, se desvelaba una noticia tan in-

sólita como esperanzadora: una compañía

estadounidense de reciente creación, Al-

tos Lab-fundada por dos multimillonarios-

estaba reclutando en secreto a algunos de

los más destacados científicos de todo el

mundo en el campo del rejuvenecimiento

celular, a los que habría atraído con un

proyecto fascinante y sueldos más propios

de estrellas del fútbol. ¿Con qué finalidad?

Crear un equipo de investigación de élite


que, en los próximos años, logre un viejo

sueño de la humanidad: prolongar la dura-

ción de la vida humana e incluso, por qué

no, en un futuro alcanzar la inmortalidad.

El origen de esta singular historia se

remonta a octubre de 2020, cuando varios

científicos de renombre fueron invitados

a la mansión del magnate ruso-israelí Yuri

Milner, físico e inversionista de capital

riesgo, en Los Altos Hills, California. Una

vez allí, los investigadores realizaron una

exposición sobre sus hallazgos e investi-

gaciones ante el magnate. Aquella reunión

tuvo dos consecuencias directas: por un

lado, la financiación de tres proyectos de

investigación, con ayudas por valor de un


millón de dólares cada una; por

otro, la creación de la empresa

Altos Lab, en cuyo nacimiento

estaría también involucrado Jeff

Bezos, fundador de Amazon y, en

la actualidad, el hombre más rico

del planeta

«ENVEJECER ES

UNA ENFERMEDAD»

Según los datos que se han ido

filtrando, entre los científicos

«reclutados» estarían el biólogo

alemán Wolf Reik (hasta ahora

director del Instituto Babraham

de Cambridge), el japonés Shinya

Yamanaka (galardonado con un

Nobel de Medicina por diseñar

una técnica capaz de rejuvene-

cer células adultas y devolverlas

al estado de las células de un

embrión), Richard Klausner (ex-

director del Instituto Nacional del

Cáncer de EE UU y ahora al man-

do de Altos Lab) y dos españoles,

Manuel Serrano (actualmente en

el Instituto de Investigación Bio-

médica de Barcelona) v Juan Car-

los Izpisua (hasta ahora en el Ins-

tituto Salk de EEUU). Aunque la

mayoria de estos investigadores

ha rechazado hacer declaraciones

a la prensa al respecto, algunos,

como Serrano, confirmaron parte

de los rumores a MIT Technology

Review, antes de volver a guardar

un estricto silencio.

No es extraño que los dos

multimillonarios ahora empeña-

dos en desentranar los secretos

del envejecimiento humano hayan

escogido a los científicos nom-

brados más arriba. Todos ellos

han participado en fascinantes y

prometedores experimentos en

este campo. Es el caso de los

dos expertos españoles. En 2013.

Manuel Serrano y su equipo

aplicaron en ratones la técnica

desarrollada por Yamanaka,

logrando una reprogramación

celular generalizada, aunque con


un efecto secundario indeseado:

la aparición de teratomas (un tipo

de tumor). Apenas tres años más

tarde, Izpisua, el otro español

que habría fichado por la recién

creada Altos Lab, también aplicó

dicha técnica -aunque de forma

incompleta- en ratones aqueja-

dos de progeria, y logró aumen-

tar la esperanza de vida de los

animales un 30%.

Estos y otros avances de los úl-

timos años han llevado a algunos

científicos a «considerar el enveje-

cimiento como una enfermedad.

algo que se puede manipular», tal

y como explicó el propio Serra-

no en declaraciones al diario El

Pais hace unos años. En aquella

entrevista, el científico español se

mostraba optimista; «En ratones

se ha revertido (el envejecimien-

to), se ha conseguido que vivan

más, incluso hacer que un ratón

viejo vuelva a ser joven. Esto hace

10 años era ciencia-ficción (...) Si

se puede hacer en un ratón, se

podrá hacer en humanos. Será

más difícil, pero creo que habrá

terapias antienvejecimiento en un

futuro relativamente próximo, en

10, 20 o 30 años. Dudo que eso

nos haga inmortales, pero vamos

en esa dirección».

PODEROSOS INVERSORES

Los resultados de Izpisua, Serrano

y otros cientiticos punteros en

el campo del rejuvenecimiento

celular (la mayoría «fichados» por

Altos Lab) son esperanzadores.

E imaginarlos trabajando juntos,

en una empresa financiada por

Bezos y Milner, con todos los

medios necesarios, no hace

sino crear grandes expectativas.

No olvidemos que Bezos, con

una fortuna que asciende a mas

de 200.000 millones de dóla-

res, suele conseguir lo que se

propone. Solo hay que echar un

vistazo a Blue Origin, su empresa

de transporte aeroespacial, que

este verano consiguió realizar su

primer vuelo suborbital tripulado

a bordo del New Sephard. en el

que él mismo viajó. Sin embargo,

los científicos de Altos Lab no son

los únicos que trabajan para con-

seguir una meta idéntica. Desde

hace unos anos, otros investiga-

dores vienen indagando con fines


similares, aunque no siempre con

el respaldo o el reconocimiento

de la comunidad científica...

En las últimas décadas, V

gracias a los avances en medicina,

la esperanza media de vida a nivel

global ronda los 70 años, aunque

lógicamente estos indices no son

los mismos en cada pais, existien-

do una notable diferencia entre

países desarrollados (donde la

esperanza de vida puede llegar a

los 84 años, en el caso de España)

y naciones del tercer mundo (don.

de cae en picado hasta los 43 de

Sierra Leona, por ejemplo), según

datos de la OMS de 2020. En

cualquier caso, es evidente que

los avances médicos, como la pro-

liferación de vacunas para distintas

enfermedades, el uso de antibió-

ticos o el desarrollo de nuevos

fármacos y técnicas quirúrgicas

como los trasplantes ha elevado

el umbral de la supervivencia de

forma general hasta cotas difíciles

de imaginar hace apenas un siglo

VA PODEMOS

VIVIR 120 ANOS

Del mismo modo, este aumento

en la media de esperanza de vida

está también relacionado con el

descenso en el índice de morta-

lidad infantil y, de forma especial,

en los países desarrollados. Hov,

los científicos -sobre todo los

investigadores especializados

en el envejecimiento-parecen

coincidir en señalar que la «má-

quina humana», es decir, nuestro

cuerpo, está diseñado para so-

brevivir hasta una barrera situada

en torno a los 120 o 130 años.

Llegados a este punto, la pregun-

ta más trascendente es: ¿podria

la ciencia, en los próximos años,

burlar esta barrera biológica y pro-

longarla hasta cotas nunca vistas?

Buena parte de los gerontólo-

gos, biólogos y especialistas en

envejecimiento trabajan desde

hace décadas en esta dirección y,

aunque siempre se han mostrado

optimistas, hasta hace solo unos

años parecía complicado conse-

guir un aumento significativo de

la esperanza de vida del ser hu-

mano, al menos a corto plazo. Sin

embargo, y como ya hemos avan-

zado antes, en los últimos años

varios científicos han realizado


notables avances en el campo de

la senescencia (envejecimiento

humano), anunciando la posibili

dad de que en un plazo no muy

lejano (una horquilla de tiempo de

entre cinco y veinte años) podría-

mos ser capaces de conseguir un

importante aumento de nuestra

longevidad. Y lo que es igual de

importante: esta mayor esperan-

za de vida se disfrutaría además

con un buen estado físico -sin

enfermedades normalmente

asociadas a la edad avanzada-y

una gran calidad de vida.

PARANDO EL

PASO DEL TIEMPO

El primero en acaparar la aten

ción de los medios de comuni-

cación con sus asombrosas -y

polémicas- declaraciones fue el

británico Aubrey de Grey. Con su

aspecto excéntrico -barba larga

cobriza y apariencia de hippie

sesentero-, a primera vista pa-

rece un «científico loco» sacado

de algún relato de ficción. Sin

embargo, este gerontólogo de la

Universidad de Cambridge (Reino

Unido) asegura ir muy en serio


con sus estudios y afirmaciones.

En 1999. De Grey escribió su

libro The mitocondrial free radical

theory of aging (La teoría del

envejecimiento de los radicales

libres mitocondriales), aunque sus

ideas alcanzaron popularidad en

el año 2004, cuando periódicos,

revistas y televisiones de todo

el mundo se hicieron eco de sus

ideas. Según De Grey, si la cien-

Cia logra evitar el daño del ADN

mitocondrial podría prolongarse

nuestro periodo de supervivencia

de forma significativa. Y cuando

De Grey habla de prolongar la

vida no se refiere a unos cuantos

años, sino a eliminar el enveje-

cimiento -y sus enfermedades

asociadas- como causa de la

muerte y obtener un estado de

madurez permanente, volviéndo-

nos practicamente inmortales.

Los esfuerzos de De Grev se

han materializado en lo que él

mismo ha bautizado como SENS

(siglas en inglés de Estrategias

para la Ingeniería de un Envejeci-

miento Inapreciable), una estra-

tegia que busca lograr el rejuve-

necimiento de tejidos y órganos,

proporcionándonos prácticamen-

te una esperanza de vida indefini-

da, solo amenazada por acciden-

tes o muertes violentas. En este

sentido, el gerontólogo británico

ha señalado siete tipos de daños

a tejidos provocados por la edad

y que suponen la «única» barrera

a superar para lograr la ansiada

meta de la humanidad: una vida

eterna prácticamente literal. Para

lograr su objetivo, De Grey ha

puesto en marcha la Fundación

Matusalén (que él mismo presi-

de) y la publicación Rejuvenation

Research (Investigación sobre el

Rejuvenecimiento), ambas desti-

nadas a la investigación y obten-

ción de fondos dirigidas a eliminar

los siete tipos de daños a tejidos.

Y si creemos en sus palabras,


algunos de estos daños estarían

cerca de ser solventados.

Pero pese a lo esperanzador de

sus anuncios, De Grey no cuenta

con el respaldo de la mavoría de

la comunidad científica -más bien

al contrario-, y sus colegas se

muestran más prudentes y me-

nos optimistas. Uno de los criti-

cos más destacados del científico

británico es el cirujano estadouni-

dense Sherwin Nuland, profesor

en la Facultad de Medicina de

la prestigiosa Universidad de

Yale y autor del libro How we die

(Cómo morimos). En sus propias

palabras, «De Grey no es malo,

ni está loco, pero su labor no va

a tener éxito y, aunque lo tuviera,

nos destruiría en el intento por

preservarnos, porque vivir tales

periodos de tiempo socavaría el

significado del ser humano».

SKQ1: EL ELIXIR

DE LA VIDA ETERNA

Nuland no es el único en manifes-

tar sus dudas sobre las hipóte-

sis de De Grey. Tras el revuelo

causado por sus declaraciones en

la prensa internacional, la revista

EMBO Reports, especializada en

biología molecular y vinculada a la

publicación Nature, daba a cono-

cer el dictamen de un grupo de

veintiocho destacados científicos

en el campo de la senescencia.

Su veredicto era más que claro:

«Ninguna de las terapias de De

Grey ha mostrado nunca haber

conseguido extender la esperan-

za de vida de ningún organismo».

Una opinión similar mantiene Ma-

nuel Serrano, el científico español

del que hablábamos al comienzo

del articulo. Al ser preguntado al

respecto, el investigador madrile.

ño explicó al diario El País: «Sus

ideas no son realistas a día de

hoy. A lo mejor dentro de 200 o

300 años lo son. Pero yo veo im

posible predecir lo que va a pasar

más allá de 20 o 30 años».

Pese a las duras críticas, Au-

brey De Grey no ceja en su em-

peño y continúa buscando la fi-

nanciación necesaria para superar

los siete tipos de daños de tejidos

que, en su opinión, nos separan

de la anhelada inmortalidad. Si

las declaraciones del experto

británico generaron una intensa


controversia, otro tanto sucedió

algún tiempo después con las

afirmaciones de otro científico,

en este caso de origen ruso. En

septiembre de 2010, el profesor

Vladimir Skulachev, investigador

en bioingeniería de la Universi-

dad Estatal de Moscú, realizaba

un anuncio sorprendente: Sus

investigaciones en el campo del

envejecimiento, en el que llevaba

trabajando cuatro décadas, habían

dado resultado, y en solo unos

años todos podríamos, según él,

tener a nuestro alcance el ansiado

«elixir de la vida eterna», una

molécula antioxidante capaz de

detener el envejecimiento celular

de nuestro organismo. Gracias a

este descubrimiento, aseguraba

Skulachev, «el hombre podría vivir

diez veces más que ahora, llegan-

do a los 800 años de edad». El

currículum del científico ruso (que

actualmente tiene 86 años) es

intachable, con decenas de articu-

los en publicaciones académicas,

pero sus increíbles expectativas


parecen surgidas de la mente de

un iluminado. ¿Realmente hay

razones para tanta esperanza?

Aunque originalmente no lo

aclaró en sus declaraciones a la

prensa, la molécula antioxidante

a la que se refería Skulachev es

una sustancia llamada SKQ1, en

la que el biólogo ruso ha trabajado

durante años. Al parecer, la SKQ1

podría entrar en la mitocondria y

frenar a los oxidantes que provo-

can la degeneración celular. En

2017, un equipo conjunto de cien-

tíficos rusos y suecos -en el que

participaba Skulachev-publicó

en la revista especializada Aging

los resultados de su investigación

con la SKQ1. Según estos datos,

la molécula desarrollada por el

científico ruso era capaz de ralen-

tizar el envejecimiento en ratones

de forma significativa.


Mientras científicos como los

de Altos Lab, De Grey o Skula-

chev exploran distintas vías de

investigación, otros pensadores

llevan décadas apostando por

otros caminos -siempre de

mano de la ciencia- para intentar

vencer a la muerte, o al menos a

retrasarla todo lo posible. En una

fecha tan temprana como 1957,

el biólogo británico Julian Huxley,

hermano del célebre autor de

la distópica novela Un mundo

feliz, acuñaba un nuevo y curioso

término, el transhumanismo, para

definir una forma de pensamiento

que abogaba por el alumbramien-

to de un nuevo ser humano: «El

hombre sigue siendo hombre,

pero trascendiéndose a si mismo,

al cobrar conciencia de las nuevas

posibilidades de y para naturale-

za humana». Algunas décadas

antes. otro científico, el genetista

J. B. Haldane, vaticinaba en una

de sus obras que el desarrollo

de los estudios genéticos y su

aplicación en la medicina tendrían

grandes beneficios para el futuro

de la raza humana.

A pesar de estas tempranas

manifestaciones, no sería hasta

la década de los años 80 del

siglo pasado cuando un grupo

de pensadores, reunidos en

torno al seno de la Universidad

de California en Los Angeles,

popularizara las ideas transhuma-


nistas, proponiendo el uso de las

últimas tecnologías con el fin de

«traspasar las actuales capacida-

des mentales y físicas» del Homo

sapiens, reduciendo o acabando

con la enfermedad, el envejeci-

miento y, en última instancia, la

muerte. Así pues, la meta de los

llamados transhumanistas sería

conseguir que el ser humano

rompa sus barreras biológicas,

convirtiéndose en lo que han

denominado posthumanos,

siempre de la mano de la ciencia

y la tecnología. La clave del éxito

de estos objetivos, en opinión de

los transhumanistas, está por lo

tanto en el desarrollo tecnológico.

Para algunos miembros de este

«movimiento», como el teórico

Raymond Kurzweil, la actual


revolución tecnológica, en su

opinión imparable, hará factible

que en las próximas cuatro o

cinco décadas alcancemos una

«singularidad tecnológica» que

nos transportara directamente a

ese otro escalón evolutivo. Para

ello se emplearían los avances en

modificación corporal -implantes

y prótesis cibernéticas biológi-

cas-, terapias genéticas, nanotec-

nología, informática, etc.

TECNOLOGÍA DE

LA INMORTALIDAD

Escuchando tales postulados es

inevitable que acudan a nuestra

mente algunos célebres relatos

de ciencia-ficción. en los aue el

ser humano sufre una suerte de

simbiosis robótica que transfor-

ma a la humanidad en cyborgs.

Sin llegar a tales extremos, lo

cierto es que en los últimos años

hemos experimentado notables

avances en el terreno de los

implantes y prótesis en humanos,

que convierten lo que parecía

mera fantasía en pura realidad. En

2011, la publicación científica New

Scientist detallaba en sus pâginas


la sorprendente historia de Jesse

Sullivan, un estadounidense

sin brazos a quien ingenieros

biomecánicos de la Northwestern

University implantaron entonces

sendas prótesis robóticas como

sustitución de sus extremidades

superiores. Lo realmente extraor-

dinario de la historia de Sullivan

-hace años que los cientíticos y

médicos vienen experimentado

con ingenios similares- es que las

prótesis colocadas al estadouni-

dense estaban conectadas a las

terminaciones nerviosas de su

cuerpo, por lo que es capaz de

controlarlas directamente con su

mente. Sus brazos, pese a ser ar-

tificiales, responden instantánea-

mente a sus órdenes cerebrales,

sustituyendo de forma ejemplar a

los originales.

Si este tipo de avances hacen

volar nuestra imaginación, algunos

de los postulados más «radicales»

o arriesgados de ciertos trans-

humanistas llevan el sueño de

alcanzar la inmortalidad a cotas in-

creibles. Entre los defensores del

transhumanismo, algunos creen

factible que el futuro desarrollo

tecnológico -quizá no demasiado

lejano, ateniéndonos al imparable

avance en cuestiones informá-

ticas- permitirá «trasvasar» la

conciencia humana a un soporte

no biológico; es decir, «inyectar»

nuestra mente en un dispositivo

informático. De conseguirse algo

semejante, la supervivencia inde-

finida sería una realidad, abriendo

las puertas a la vida eterna

Si esta propuesta parece

radical, la planteada por el físico

matemático Frank J. Tipler,

profesor de la Universidad de

Nueva Orleáns y autor del libro La

física de la inmortalidad. va aún

un paso más allá. En opinión de

Tipler, dentro de miles de años, el

desarrollo tecnológico dará lugar

a una inteligencia artificial tan

poderosa que tendrá un control

absoluto de nuestro universo.

Esta inteligencia, vinculada a la

idea del Punto Omega planteada

por el jesuita francés Teilhard de

Chardin, sería capaz a su vez de

dar lugar a una realidad virtual en

la que se «replicarían» todas las

formas de vida inteligente existi-

das hasta entonces: una auténti

NDO FUTURO

ca resurrección de los muertos, al

modo de la descrita en la doctrina

cristiana. En otras palabras, Tipler

cree que en el futuro lejano, el

desarrollo tecnológico dará lugar

a una especie de divinidad, capaz

no solo de evitar el fin del univer-

so, sino de devolver la vida a toda

inteligencia que haya existido

gracias a una simulación informá-

tica en un mundo virtual.

PROBLEMAS MORALES

Lógicamente, las ideas extremas

del investigador estadouniden-

se fueron recibidas con duras

críticas por parte de la comunidad

científica. Expertos como el ma-

temático George Ellis-quien rea-

lizó una crítica del libro de Tipler

para la revista Nature-calificaron

las propuestas de este físico ma-

temático como «obra maestra de

la pseudociencia (...) producto de

una imaginación fértil al margen

de las restricciones propias de la

disciplina filosófica y científica».

Para otros, por el contrario, la

idea resultó sugerente e incluso

plausible, como ocurre con el

físico David Deutsch, profesor de

la Universidad de Oxford.

Aunque pequen de excesiva-

mente optimistas, las hipótesis

y propuestas de investigadores

como De Grey, Skulachev o Tipler

no hacen sino reflejar nuestros

mayores miedos y esperanzas. Si

bien la idea de alcanzar la inmor-

talidad parece más que lejana, los

avances médicos y tecnologicos

de los últimos años, e iniciativas

prometedoras como la de Altos

Lab, parecen indicar que no pa-

sará mucho tiempo antes de que

el ser humano vea incrementada

de forma notable su longevidad

y calidad de vida. Estos avances

traerán, sin embargo, algunos pro-

blemas éticos de carácter ético v

moral. ¿Hasta qué punto seria ad-

misible la utilización de elementos

tecnológicos en el ser humano?

¿Podría asumir el planeta una

población cada vez más longeva y

numerosa? ¿Quedarán reducidos

estos avances a los ricos y pode-

rosos o por el contrario ayudarán

a eliminar las diferencias sociales

y económicas? ¿Debe el ser

humano aspirar a la inmortalidad o

aceptar su condición efímera?